Se acomodaron muy cerca el uno del otro, la música en vivo era el mejor afrodisíaco que en ese momento pudieran tener.
Sus rodillas se encontraban de lado y era como si brotaran chispas invisibles en cada roce.
Por debajo de la mesa subía y bajaba, primero un dedo inquieto después una mano traviesa.
Sus dedos eran grandes y gruesos, ejercían presión en cada toque.
Entre cerveza y tequila, musitando y tatareando canciones, chocaban sus vasos en un impetuoso brindis.
De cuando en cuando sus ojos se encontraban, se miraban fijamente, con cierta minuciosidad, como detallando a su presa.
Y así, entre hambre y paciencia, con temple y desvergüenza se bebieron el último sorbo, el último sorbo en ese lugar…
😉
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👅😊😋
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jajajajaaa es verdad, no a todos les gustaría saberlo.
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Depende de a quién se lo cuenten 😉
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Vaya que lo son…si ellas hablaran, ¿te imaginas?
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Las mesas son cómplices perfectas
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Gracias por pasar y dejar tu comentario, besos.
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Muy bonito ese último sorbo en ese primer lugar
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😉
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Gracias linda, beso!
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Buenoooo
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Eres tan linda como lo que escribes
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Gracias Oscar, según el relato hubo mas sorbos en otro lugar, besos!
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Qué lindo relato, me gustaría saber si continuaron el juego en casa…
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